lunes, 24 de noviembre de 2014

La violencia invisible

Los adolescentes no detectan las actitudes de la violencia de género. 


Conocen el discurso y la información sobre la violencia de género, pero no la trasladan a su vida.     El 4% de las adolescentes de entre 14 y 19 años han sido agredidas por el chico con el que salen o salían. Y una de cada cuatro confiesa que su novio o exnovio las controlan hasta el punto  de obsesionarse  con quién hablan o como visten.   Control a golpe de Tuenti o Whatsapp.  

Los psicólogos especializados en atención a las mujeres que han sufrido la violencia de género coinciden en que la victima deja, de forma inconsciente, en manos de su pareja las riendas de su propia vida.  Si además la victima es adolescente, la vulnerabilidad aumenta.

Los celos son vistos como un acto de amor por muchas adolescentes, Las adolescentes que sufren los efectos de esta violencia invisible,  no los identifican como violencia sino que la justifican por amor.
No detectan las actitudes de desigualdad y todo aquello que no se detecta es tolerado.

Por otro lado, un 24% de los jóvenes andaluces considera que el lugar de una mujer está en su casa, con su familia y el 10% cree que el hombre es el que debe tomar las decisiones "importantes" en la pareja. Además, más del 20% opina que la mujer es más débil que los hombres.

Los adolescentes se alimentan de mensajes que les llegan de su entorno, de los adultos que les rodean, de las películas o  series de televisión contribuyendo a consolidar el estereotipo de género. 

Es necesario y prioritario trabajar en la prevención y en la reacción frente a la violencia de género, con especial atención a los adolescentes, desde la educación y los medios de comunicación para frenar este fenómeno.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

LA TASA ROSA


Un mismo producto es más caro en su versión femenina que en los destinados a la venta masculina. El ministerio de Economía francés lleva semanas estudiando esta llamada 'tasa rosa' que algunos colectivos denuncian como discriminatoria, mientras que la industria la justifica como tasa del márquetin.  La revista Forbes mantiene que las americanas gastan al año 1.300 dólares más que los hombres debido a estas diferencias de precios.

En las estanterías de los supermercados podemos comprobarlo, por ejemplo, las cuchillas de afeitar masculinas son más baratas que las destinadas a la depilación femenina, los desodorantes de las mismas marcas sólo cambia el color y el precio, los azules son más baratos que los rosas. También podemos comprobarlo en los perfumes, los destinados a la mujer son más caros que los destinados al hombre.  Ir a la peluquería, en las mismas condiciones de melena,  también sale más caro a la mujer que al hombre.

 Los expertos de consumo aseguran que esa política de precios responde a la ley de la  oferta y la demanda,  además piensan que la mujer está dispuesta a pagar más por ese producto.
Las mujeres no solo ganan menos que los hombres por el mismo trabajo, sino que pagan más caro que los hombres los mismos productos.  Una desigualdad  bastante evidente e injusta.


Cuando vayamos al supermercado no sólo debemos de fijarnos en las ofertas o  en marcas blancas para asegurar nuestra economía, sino también en el color de los productos y comparar si a mismo producto, diferente color tienen diferente precios.